En un rincón lejano existía un lugar que desafiaba las leyes de la lógica y la razón denominado el país de la estupidez, tierra de extravagantes, donde la risa y el sinsentido se encontraban en armonía. Los "ridiculianos", seres únicos y coloridos, llevaban sus vidas con una falta deliberada de sentido común.
En el país de la estupidez, los árboles crecían al revés, y las ciudades eran un festín arquitectónico de colores brillantes y estructuras que desafiaban la gravedad. El gobierno era liderado por un payaso que tomaba decisiones tan desconcertantes como las leyes de la física que regían el paisaje. La educación era una experiencia descabellada, donde los profesores enseñaban teorías sin fundamento y los exámenes evaluaban lo superficial.
Este puede ser el país donde usted vive.